Desde que los primeros productos cosméticos y de belleza se empezaron a comercializar, estos se han estado probando en animales. Además, para poder ser comercializados de forma segura, muchos países obligaban que así fuera.
Dichas pruebas se realizaban sobretodo en conejos, ratones y monos; se probaban en ellos tantos ingredientes específicos cómo productos cosméticos en su versión final. A menudo estos animales eran obligados a ingerir las sustancias o se les aplicaba en su piel afeitada durante repetidos días.
Este hecho es algo que, especialmente durante el último siglo, ha horrorizado a muchas personas que se han atrevido a investigar de dónde proceden y cómo se fabrican los productos que utilizan.
Una alternativa que se crea para combatir la crueldad que hay detrás de los productos cosméticos es la llamada Cosmética Vegana. En algunas ocasiones, hay diferencia entre productos veganos y cruelty free, pues se entiende como productos veganos aquellos que no contienen ningún ingrediente procedente de animales. Aunque en realidad el veganismo es más una filosofía que promueve el respeto hacia la naturaleza y sus seres vivos.
El término Cruelty Free hace referencia a que la fabricación de ese producto no conlleva sufrimiento de ningún animal, aplicable a la industria textil y otras más. En este caso, la industria cosmética.
Llegados a este punto, imaginamos que os estaréis preguntando: si no se prueban en animales ¿cómo se garantiza que los cosméticos no perjudican a quien los usa? De nuevo, la ciencia y experimentación entran en juego:
Para probar los cosméticos, se crean tejidos similares a los animales de forma sintética. Asimismo, con los años que se han estado realizando pruebas en animales, se conocen de forma exacta los efectos de ciertos elementos en la piel.
Para identificar que un producto no ha sido probado en animales, existen algunas certificaciones reguladas como la PETA, Leaping Bunny o Cruelty Free Kitty.
Algunos métodos alternativos a la prueba en animales son los siguientes
Cultivo de células de forma tridimensional. De esta forma consiguen recrear tejidos de piel y ver las reacciones que provocan de una forma mucho más exacta e interactiva.
Órganos y cuerpos donados a la ciencia. Estos nos permiten conocer mucho más acerca de la piel humana y de los elementos que provocan malas reacciones.
Simulaciones por ordenador con todos los datos que se han recogido a lo largo de años. Con investigación y pruebas en voluntarios se pueden recrear tejidos y cuerpos humanos de forma que se puedan realizar todas las pruebas necesarias y ver las reacciones con una precisión estadística increíble.
Voluntarios. Tras haber probado que los componentes del cosmético no son perjudiciales para los usuarios, se prueban textura, comodidad, etc. en voluntarios que están dispuestos a ello.
Conforme a las investigaciones que se han realizado, estos métodos resultan cada vez más económicos y mucho más precisos. Sin embargo, hay países como China que siguen obligando a realizar estas pruebas en animales, aunque tenemos la esperanza de que acabarán aceptando las mejoras que conllevan tarde o temprano.
La innovación que hay detrás de ellos y los años de investigación que nos han permitido alcanzar este punto es prueba de cómo evolucionamos y vamos hacia un futuro en el que la naturaleza y la humanidad conviven libremente.
¡Esperamos que podamos haberos solucionado las dudas que tuvierais acerca de cómo se prueban los cosméticos cruelty free y veganos! Si usáis productos cosméticos, os recomendamos apostar por los que lleven cualquiera de estas dos certificaciones. Normalmente su precio no suele variar, y actualmente podéis encontrarlos en cualquier tienda de cosmética.
Cosmética solida con Oceana
La cosmética sólida ha llegado para quedarse y la variedad de productos disponibles es enorme. Para el cuidado de rostro y cuerpo se pueden encontrar champú sólido, desodorantes, hidratantes faciales… y eso por decir solo algunos. Elaborados fundamentalmente a base de ingredientes de origen natural como son los aceites esenciales o la manteca de karité, también son veganos.
Además, este tipo de cosmética dura un montón, mucho más que la convencional, y sus envases son reciclables: 0 plástico. Y eso sin contar con la comodidad de no tener que preocuparse lo más mínimo por las restricciones aéreas en cuanto a la capacidad de los envases de champús, jabones y demás productos.
La lodoterapia, una técnica milenaria, ha inspirado a LoLo para crear el jabón biomarino, una fórmula vegana compuesta de ingredientes 100% naturales y procedentes del océano como el lodo marino, las algas y sales marinas.
Las algas son una potente fuente de vitaminas y el lodo limpia profundamente dejando la piel de cara y cuerpo libre de toxinas. Por su parte, las sales marinas tienen propiedades antisépticas y antimicrobianas. A esta composición se le suman una mezcla de aceites esenciales para que la piel quede hidratada y con un extra de flexibilidad.
¿Cómo usarlo? Aplicarlo sobre la piel a diario en la ducha frotando un poco hasta que comience a crear espuma. Extender el producto por la piel con un suave masaje y aclarar con agua.